No hay nada como la sabiduría de alguien que ya se puso el vestido, caminó hacia el altar, bailó hasta el cansancio… y despertó al día siguiente con el corazón lleno y feliz, pero también con un par de “hubiera”.
Las novias que ya pasaron por ahí son esa voz amiga que no sabías que necesitabas. Son las únicas que pueden decirte: “Haz esto distinto”. Porque ellas ya vivieron lo que tú estás a punto de vivir. Te entienden como nadie. Y hoy, desde el otro lado del velo, tienen algo importante que contarte.
¡Pon atención! No para copiar su historia, sino para que puedas escribir la tuya sin arrepentimientos.
Los principales arrepentimientos de parejas casadas:
- Saltarse la prueba de peinado y maquillaje
“No me sentí ‘yo’, ni estuve cómoda en todo el día.”
Un error que muchas novias no ven venir. Creen que el día de la boda sus estilistas harán magia frente al espejo, pero el resultado puede sentirse como un disfraz. El ensayo no es solo un lujo: es un acto de amor propio. Asegúrate de reconocerte cuando te veas en las fotos. Lo más importante es que a ti te guste, que estés cómoda y que se refleje tu esencia.
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- No tener un momento a solas con tu pareja durante la boda
“No nos detuvimos nunca. No lo vivimos juntos.”
Entre fotos, bailes y brindis, puede que se vean menos de lo que imaginas. Planeen un momento solo para ustedes. Para abrazarse. Para decir: “Esto está pasando. Lo hicimos”. - Perderse la hora del cóctel
“La pasamos tomando fotos y casi no hablamos con nadie.”
El cóctel no es solo para los invitados. Es tu momento para respirar, brindar, tocar manos amigas y celebrar con tus seres queridos. Planifica tus fotos para no perderte esos 45 minutos de pura celebración, donde la boda ya empezó, pero todavía no se desborda.


- No contratar a alguien para coordinar el día
“Hicimos todo nosotros y no sabíamos lo estresante que sería.”
Ese día no estás para revisar cronogramas. Estás para vivir. Un coordinador no es un gasto extra: es tu libertad emocional. Es despertar y simplemente disfrutar.
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- No probar la comida
“Pagamos por un menú increíble y no comimos nada.”
Probablemente el consejo que más se repite: come. Coordina con tu planner para que siempre haya algo servido en tu mesa. No dejes que el día más delicioso de tu vida pase como un buffet fantasma.
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- No contratar a un videógrafo
“Daría lo que fuera por escuchar las risas, los votos… las voces.”
Las fotos capturan lo visible. El video, lo invisible. Y aunque creas que no lo necesitas, un día vas a querer volver a escuchar ese “sí” tembloroso. - No darle al fotógrafo una lista de fotos clave
“Se perdieron momentos. No hubo primer vistazo, ni reacciones, ni fotos grupales.”
Los fotógrafos son artistas, no adivinos. Si hay imágenes que sueñas tener, dilo. Escríbelo. Anticípate. Una lista detallada puede marcar la diferencia entre “ojalá tuviéramos una foto con la abuela” y “mira esta joya”.
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- Tratar de copiar lo que vieron en redes sociales
“Las bodas reales no son Pinterest. La nuestra no tenía que serlo.”
La inspiración es hermosa. La comparación, devastadora. Tu boda no tiene que ser “aesthetic”. Tiene que ser tú. Lo real, lo imperfecto, lo auténtico… eso es lo que más brilla. - No guardar recuerdos pequeños del día
“Nadie pensó en guardar el corcho, el menú, los nombres… y ahora ya no los tenemos.”
Entre tanta emoción, lo diminuto se olvida. Asigna a alguien de confianza la misión de rescatar los detalles: el menú, tu carta de votos, el perfume. Esos objetos son el ancla sensorial de uno de los días más bellos de tu vida. - No planear bien el horario de preparación por la mañana
“El peinado se retrasó. Corrimos con todo. No tuve tiempo de respirar ni disfrutar.”
Una boda empieza desde que abres los ojos. Agenda más tiempo del que crees que necesitas. Y agrega pausas: para el café, para reír, para llorar con mamá. La prisa es la enemiga número uno del goce.
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- No ver el lugar de la recepción vacío antes que los invitados
“Nunca lo apreciamos. Entramos después que todos los demás.”
Tómate cinco minutos para entrar sola —o con tu pareja— al espacio que soñaste durante meses. Respira. Agradece. Mira. Ese momento íntimo es tuyo y no se repite.
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- No tener un plan B para la lluvia
“Nuestra ceremonia al aire libre fue arruinada por la lluvia y no había a dónde ir.”
El romanticismo de casarte bajo las estrellas no debe nublar la logística. Una buena wedding planner siempre tiene un Plan B, C y D. La lluvia no arruina bodas. La falta de visión, sí.
Guarda esta lista como si fuera un secreto de generaciones. Porque algunos errores no los conoces hasta que los vives, y el día de tu boda no es un día para experimentar. Mejor escucha a las novias que ya lo vivieron y evita los errores que ellas ya cometieron.